Era una rinoplastia, una sencilla y habitual operación de cirugía estética, pero algo salió mal y Antonio Meño quedó en coma. De eso hace ya 22 años. Hoy, después de años de juicio y tras ser citados por el juez para mediar, la familia de la víctima ha llegado a un acuerdo con las seis aseguradoras de la clínica en la que se realizó la operación para ser indemnizados por daños y perjuicios con 1,075 millones de euros, además de los 10.000 euros de costas.
Aunque la familia no estaba contenta con el acuerdo, ya que pedía 650.000 euros más, ha decidido aceptar el trato por recomendación de los abogados y para acabar de una vez por todas con un proceso que ha durado demasiados años, con acampada durante casi un año incluida, a pesar de que “siento que he vendido a mi hijo y me siento humillada, pero no puedo más”, ha asegurado Juana, la madre de la víctima, de 71 años.