ALEJANDRA BERNARDO/Monrovia
Hoy tocaba arreglar el coche. Una batería completamente terminada, cambiar el aceite, el líquido de transmisión, la suspensión,…Me temo que este coche no había pasado una revisión desde su compra.
Ahí los tenéis, Sadate, el mecánico (camiseta azul), David (gorro negro) y lo siento, me dijo su nombre pero no fue capaz de recordar los tres (el taxista que nos llevó a Rafiki Village de nuevo). EJ estaba a mi lado así que no sale en la foto. Tampoco Ed y su esposa, los misioneros y encargados de Rafiki estas tres semanas mientras Dave, el director, está de vacaciones en USA.
Conste que cuando me recogieron en el hotel me acojoné. Cuando les vi desenvolverse, comprar, trabajar,…supe que estaba en buenas manos. Pero me dieron un viaje a la ciudad para comprar la batería que no os quiero ni contar. Imaginaros con 4 liberianos en un taxi liberiano. EJ, la única mujer, y yo la única blanca (luego entenderéis por qué lo pongo así). Y los cuatro discutiendo alto y claro dónde era mejor comprar la batería. Porque aquí nadie sabe de nada pero todo el mundo sabe de todo. Ah! Espera que recuerdo, esta es una normal general que aplica a casi todos los lugares del mundo. Pues aquí también. Me pusieron la cabeza como un bombo porque además EJ, la única mujer, parecía saber más que ellos y ellos como que no estaban dispuestos a aceptarlo. Al final creo que la mujer se estaba echando un farol, no tengo pruebas que sigo perdida en el inglés liberiano (aunque bueno esta vez, me di cuenta después, estaba si cabe más perdida, Sadate hablada también en francés, imagino que porque Stephanie, la directora del hotel para quien trabaja, es francesa). Lees más