Pese a sus promesas de democracia y a haber sancionado una ley que permite la pluralidad de partidos políticos, el régimen sirio sigue matando a su propia población. Según varios activistas que informan desde dentro del país, al menos nueve civiles han muerto a causa de la actuación de las fuerzas de seguridad este primer viernes de Ramadán, en el que se han vuelto a suceder protestas masivas contra el Gobierno de Bashar al Assad. Dichas muertes se suman a las más de 2.000 que, según la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ha causado la represión del dictador sirio.
Una de esas organizaciones pro democracia, Comités de Coordinación Local, ha explicado que siete personas han fallecido en el suburbio de Erbin, a las afueras de Damasco, mientras que una persona más ha muerto en Mouadhamiya, otro suburbio de la capital. La otra víctima corresponde a Homs, situada 165 kilómetros al norte de Damasco.
Mientras esto ocurre en la capital, tanques del Ejército han bombardeado de nuevo la ciudad de Hama por sexto día consecutivo, y los residentes ya han advertido de que el número de muertos desde el domingo podría superar los 135 estimados anteriormente.
Sin embargo, estos hechos no han impedido que decenas de miles de personas hayan salido a las calles en distintos puntos del país para pedir la renuncia del Gobierno y de su presidente coreando consignas como “no estamos asustados, Dios está con nosotros” o “sirios, levantad vuestras manos, no queremos a Bashar“, tal y como se ha podido ver en imágenes de la cadena de televisión Al Yazira.
