ALEJANDRA BERNARDO/Vigo Pontevedra España
Tormentón que me trae las lluvias tropicales, los recuerdos, mojarme al caminar, el olor a la tierra húmeda, el sonido en los tejados y las miradas buscadas. Lo mismo que hoy aquí, pero en otro lugar. En “mi lugar”.
Aunque aquí me faltan (por ahora) las miradas buscadas, tengo tranquilidad.
Esta mañana de camino al pueblo. Whatsapp, “Una amiga: Eres feliz?”. No lo tuve que pensar. “Alejandra: Sí. Soy feliz. Tú?”.
Soy feliz con mis miedos, mis ganas, mis descubrimientos, mis ansias, mis críticas y mis devociones. Con mi esfuerzo, mi sacrificio, el riesgo y con el sol cada mañana.
Era una completa infeliz?. Hace menos de pocos días no tenía tiempo ni para pensar si era o no feliz. O si lo tenía no podía claramente argumentar aunque fuera engañándome a mi misma, que lo fuera. Al final has de serlo sí o sí. Hay que agradecer lo que se tiene y no quejarse demasiado. Siempre se puede estar peor. Estás obligado a ser feliz con lo que tienes, con lo que eres. Sin buscar, sin incordiar demasiado. Y sin quejarte. Sin llorar. Porque siempre hay muchos a los que les gustaría ser o estar como tú (sí, incluida la connotación estética). Y si te sientes desgraciado encima te sentirás culpable porque con tu vida, cómo demonios puedes sentirte desafortunado?.
Puede que hoy me sienta feliz porque haya decidido serlo. Porque quiera serlo. O porque con un poco más de tiempo es más fácil reparar en las caricias, en sujetar una bolsa, en los escalones, en un lunar de tu hermana, en que tu sobrino está más gordito, en que las manzanas de hoy eran las de hace casi 25 años, en que tu cuerpo avanza con el tiempo, en tu verdad, en la verdad de los que están cerca y lejos, todos tan distintos y todos dándote lecciones si apenas darse cuenta. Tampoco me ha dado tiempo a ser muy distinta a la que era dos meses atrás. La consciencia es una máquina reveladora a la que si logras dar vida, el engranaje comienza a funcionar de manera casi milagrosa y se aviva en tu cuerpo la sensación de poder. De poder de I can, no the power.
Creo que todos tenemos el derecho (lo primero), la responsabilidad y la obligación de ser felices y de buscar aquello que nos merecemos y nos hace sentir bien, por supuesto sin herir a los demás.
Hoy no tengo historias ni graciosas, ni llamativas, ni curiosas, ni impactantes, ni lógicas, ni perdidas. Tampoco las tuve ayer ni las tendré mañana. Estos días me sirven para reflexionar y comparto con vosotros las reflexiones que se asientan en mi alma y que hacen crecer un poco más.
Con un poco de suerte pronto compartiré nuevas historias.
Feliz semana