60 años esperando justicia es algo interminable cuando se está hablando de que al menos 83 personas perdieron la vida a consecuencia de los experimentos médicos realizados por científicos estadounidenses en Guatemala. Esta gentuza sin escrúpulos y con una falta de ética sin límites ensayaron con unas 5.000 personas a las que inocularon todo tipo de enfermedades venéreas entre los años 1946 y 1948.
Este caso ya conocido mundialmente sale ahora a la palestra porque acaban de conocerse las conclusiones a las que ha llegado la comisión estadounidense encargada de su investigación.
Uno de los científicos que ha participado en la investigación ha asegurado que tanto él como sus colegas todavía desconocen hasta qué punto estas muertes estuvieron directa o indirectamente relacionadas con estos experimentos.
Lo que sí está claro es que unas 700 de esas 5.000 personas recibieron tratamiento, después de provocarles sífilis o gonorrea. Pero los tipejos responsables de esta trama eligieron a personas excluidas socialmente como eran enfermos mentales, prostitutas o presos.
La comisión -creada específicamente a petición del presidente estadounidense, Barack Obama- que ha investigado este episodio científico horrible por parte de Estados Unidos considera que esos experimentos médicos son una clara prueba de inmoralidad y de injusticia histórica.
Desde el Gobierno guatemalteco ya han indicado que se han podido localizar al menos a 5 de esas víctimas -todas ellas de 85 años- y que serán sometidos, junto a sus familias, a los exámenes médicos correspondientes que confirmen qué enfermedades venéras padecieron durante esa época oscura.
El escándalo salió a la luz el pasado mes de noviembre, gracias a la investigación desarrollada por un grupo de médicos estadounidenses y financiada por los Institutos Nacionales de Salud.
Mientras que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se limitó a pedir disculpas cuando esto se hizo público, explicando que estos experimentos estaban destinados a probar la eficacia de la penicilina, Guatemala ya amenazó con irse a la Corte Internacional de Justicia.