Nunca interfirió en las investigaciones o trató de evitarlas. Eso ha asegurado el Vaticano en relación con los casos de pederastia cometidos por sacerdotes católicos en la diócesis de Cloyne, al sur de Irlanda. El caso es que el gobierno de aquel país, opina lo contrario y en julio hizo público un informe de 400 páginas sobre los abusos cometidos por 19 sacerdotes sobre docenas de menores y, lo que es peor para la Iglesia, la respuesta de sus representantes.
De acuerdo con dicho informe, el entonces obispo de Cloyne, John Magee, retrasó y entorpeció la investigación de estos delitos, cometidos es su diócesis durante 13 años, de 1996 a 2009. “Monseñor Magee se ha tomado con poco o ningún interés abordar casos de abusos sexuales a menores, hasta 2008” y añade que su mano derecha, Denis O’Callahan “bloqueó denuncias” y, siguiendo órdenes, no siguió las indicaciones de la Santa Sede para abordar estos casos “en especial alertar a la Policía y autoridades competentes”.
Como consecuencia de esta investigación, el primer ministro, Enda Kenny, demócrata cristiano, ha concluido que el Vaticano ha alentado a los obispos irlandeses a no denunciar a los curas pederastas y ha advertido al Papa que “la religión no dirige Irlanda, aquí impera la ley civil”.