Eso podría deducirse de las declaraciones del primer ministro del Consejo Nacional de Transición libio (CNT), Mahmud Jibril, quien ha sostenido que el líder libio, Muamar Gadafi, no fue asesinado por combatientes rebeldes. “Tuvimos el informe sobre el coronel, vi el cuerpo, y puedo testificar que no había magulladuras en su cara ni en su cuerpo”, ha declarado Jibri a la BBC.
Sin embargo todo contradice esta versión. Los vídeos de su captura muestran a Gadafi vivo, de pie, caminando, hablando y hasta limpiándose la sangre de la cara, eso sí, antes de que la cámara que grababa el momento perdiese la imagen, se escuchase una ráfaga de disparos y luego se viese al coronel ya muerto. También contradice a Jibril, el informe del primer médico que tuvo acceso al cuerpo y que dejó bien claro que “estaba vivo cuando lo capturaron y luego lo mataron”; y desmienten la versión oficial los testimonios de los rebeldes que localizaron al dictador y que han asegurado que le pegaron un tiro en el estómago y otro en la cabeza, antes de cargar el cuerpo en la camioneta en la que se le vio.
Por todo ello, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha exigido una investigación, a lo que Jibril a contestado que está dispuesto a emprender la misma y permitir que un equipo internacional la coordine. No obstante, ha insistido en que la incineración del cuerpo se hará de acuerdo con las leyes islámicas.
Por último, el primer ministro libio ha reconocido que podrían haberse registrado “ciertas violaciones de los derechos fundamentales” durante la revolución libia, aunque no ha hecho mención a las más de 7.000 personas que siguen detenidas en cárceles ‘del pueblo’, sin haber sido acusadas formalmente y sin derecho a defensa, o los más de 1.000 afectos a Gadafi que han aparecido asesinados, muchos de ellos con las manos atadas a la espalda.
