Nada, que nos tomamos el día libre. Es para que en casa sepan de nosotros y para que el perro nos reconozca y no nos enseñe los colmillos pensando que nos colamos como un chorizo cualquiera. Íbamos a decir que nos encantaría quedarnos también esta Navidad, pero ¡qué va!, iba a notarse que os estábamos colocando un ñordo del tamaño de la Isla de Ons.
Hasta al becario, que cuando llegó era un chaval risueño con acné, y ahora se parece a la tía Mildred, se va a casa…que ya nos hemos enterado que tenía una y que su familia había denunciado su desaparición hace once meses. Se quedan de guardia un galés que hizo la mili en el Palacio de Buckinham, y está acostumbrado a aguantar más de 72 horas las ganas de hacer pis, y Rita, la cantaora, que ha venido a hacer unos bolos y ocupará la sala de reuniones para perfeccionar su versión de “que tiene la zarzamora, llorá que llora por los rincones”...ya véis, ella que siempre decía y presumía de que partía los corazones.
Aprovecharemos el tiempo para hacer todo eso que no hacemos habitualmente, como dormir, y desmentimos, desde ya, que los miembros de esta redacción estén implicados en la desaparición de 18 toneladas de centollas: nosotros no nos las hemos llevado ni volveremos a hacerlo.
Sí nos hemos puesto de acuerdo en dos cosas, una: daros las gracias por estar ahí, por confiar (podéis decírselo a amigos y conocidos…incluso a enemigos… nos os cortéis) en un grupo de periodistas que han creado este medio buscando poder hacer lo que les gusta, que no es más que contar las cosas tal cual, y dos: pedir disculpas por los errores, que sí, que sí, ya sabemos que son un huevo, pero hace un año eran un huevo y medio…vamos rebajando a yema por año, sino la tenemos clara.
Feliz Navidad.