“Bonnasera, Bonnasera, ¿qué he hecho para que me trates con tan poco respeto?” La frase cambia cuando la pronuncia Don Vito Corleone, pausado, en un susurro, peligroso, inhumano. Este jueves hace 40 años que esa frase y otras, que se han incorporado a la manera de hablar del mundo, “le haré una oferta que no podrá rechazar”, se pronunciaron por primera vez en la sala de un cine. Corría el 15 de marzo de 1972.
La cinta, dirigida por un tipo de 31 años, Francis Ford Coppola, que tenía como protagonista a un Brando ya dormido en los laureles, ha pasado a la historia del cine como la mejor película de todos los tiempos. Y, en contra de lo que ha pasado con otros filmes inolvidables, ha sido rentable, muy rentable: su producción no pasó de los 6 millones de dólares y se estima que, en estas cuatro décadas, ha recaudado, por todos los conceptos, más de 500 millones.
”No es nada personal, son negocios”, debió de decirle el dueño de la Paramount a Mario Puzzo cuando le compró los derechos de un libro por el que le pagó cuatro cuartos o, lo que es lo mismo, 12.500 dólares a los que el estudio ha sacado un 40.000% de beneficio.
Quizá ahora estaríamos hablando de otra cosa si, como se pensó en un principio, el director hubiese sido Sergio Leone, por aquello de que iba de italianos, y el protagonista el casi inexpresivo y distante Sir Laurence Olivier al que Brando le levantó el papel protagonista en un recordadísimo casting donde se le ocurrió peinarse hacia atrás utilizando mantequilla como gomina y meterse dos algodones en la boca.
Tampoco lo tuvo fácil Al Pacino, cuyos abuelos eran de Corleone, para hacerse con el personaje de Michael. Para ello, tuvo que esperar que renunciasen Jack Nicholson, Dustin Hoffman, Warren Beatty o Robert Redford y dejar que Coppola se impusiese…no se equivocó, a la vista está la segunda parte de la saga.
A estos inconvenientes se unieron el férreo control de la Mafia, varios de cuyos representantes estuvieron en el rodaje como figurantes y no se tomaron muy bien que, más de una vez, Brando les enseñase el culo, o el enfado estratosférico de Frank Sinatra, al que Mario Puzzo retrató en el personaje de Johnny Fontane, y que hizo que el actor y cantante y el escritor acabasen a hostias en una fiesta.
El resultado fue una magnífica película, que se llevó tres Oscars…o dos, porque Marlon Brando, que ya tenía otro, renunció a él y mandó a recogerlo en su lugar a una india que resultó ser de pega, Sacheen Littlefeather …aunque nadie en la Academia de Hollywood llamó al actor para pedirle explicaciones, “Brando, Brando, ¿qué hemos hecho para que nos trates con tan poco respeto?