Hace medio siglo, se realizó la primera operación de aumento de busto utilizando implantes de silicona. Hoy, esta operación es la segunda más popular en el campo de la cirugía estética a nivel mundial, con un millón y medio de mujeres pasando por el quirófano anualmente. La pionera, en 1962, fue Timmie Jean Lindsey, madre de seis niños, a quien operaron los doctores Frank Gerow y Thomas Cronin en el hospital Jefferson Davis de Houston, en Texas.
Tras una intervención de dos horas, sus pechos aumentaron una talla, “todo salió perfecto. Se sentían suaves, como senos reales”, recuerda Lindsey, que ahora tiene 80 años, en una entrevista. “Me di cuenta de lo que había pasado cuando por lo calle los hombres me comían con la mirada”, bromea, aunque la realidad, asegura, nunca se le había pasado por la cabeza aumentar el tamaño de sus senos. La verdad es que fue al hospital para remover un tatuaje de uno de sus pechos, cuando los doctores le preguntó si quería ser voluntaria para la primera operación de esta naturaleza.
“Yo estaba más preocupada en arreglarme mis orejas, que sobresalían como las de Dumbo. Y ellos dijeron: ‘Listo, podemos hacer eso también, y entonces dije que sí”. La paciente no tiene muchos recuerdos de la operación, entre ellos, relata, el del peso de su nuevo busto, “cuando salí de la cirugía había mucho peso sobre mis senos, como si alguien muy grande se hubiese sentado sobre ellos. Pero eso fue todo, después de tres o cuatro días el dolor había desaparecido”, algo que, al parecer, no ha cambiado en estos años.