José Yuste Frías// A mediados de mayo los medios de comunicación audiovisual ridiculizaban el paso titubeante del recién estrenado presidente de Francia, François Hollande, en su primera visita a la canciller alemana Angela Merkel, para-traducir en imagen quién marca el ritmo de Europa y quién todavía no sabe muy bien por dónde ir; quién es el número uno y quién es el número dos a la hora de gobernar la Unión Europea.
Desde la semana pasada los medios de comunicación se han cebado sobre la «supuesta» ignorancia supina en geografía de la canciller alemana cuando intentó situar Berlín en un mapa. Y digo bien «supuesta» porque, sinceramente, ¿quién se puede creer realmente que quien nació en Hamburgo en 1954 y es doctora en física por la Universidad de Leipzig desde 1986, no sepa situar en el mapa la capital de Alemania? No me vale esa excusa de que la «la cabra tira al monte y a Angela Merkel, que creció en la RDA y con el ruso como primera lengua extranjera en la escuela, se le va la mano a la hora de situar en el mapa la capital alemana» como ha llegado a publicar El Mundo. Vivir bajo los rigores del régimen comunista no siendo disidente sino militante de la Juventud Alemana (comunista) no implica ser «estúpida» sino más bien, quizás, todo lo contrario. Si fuera verdad que quien se supone es la máxima representante de la locomotora económica de la UE suspende en geolocalización al no saber colocar en el mapa ni tan siquiera la capital de su propio país, todos los ciudadanos de los países de la zona euro deberían empezar a echarse a temblar. Creo sinceramente que no hay nada mejor para «calmar» el estado de estrés permanente en el que vivimos con la crisis en Europa que distraer la atención «humanizando» (errare humanum est) a quien no cesa de pedir rigor en los recortes. De hecho, los alemanes han estado muy de guasa con el «supuesto» error de quien les gobierna.