La imagen, digitalizada, presentada por el presidente de Venezuela coincidiendo con el 229 aniversario del nacimiento del libertador, ha sido trazada por especialistas teniendo en cuenta la forma de los huesos de la cara que se conservan de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco. Sin embargo, no todo el mundo comparte el entusiasmo de Hugo Chávez y dudan de que ese fuese el aspecto del fundador de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.
Para muchos especialistas hay un paralelismo demasiado evidente con el famoso retrato pintado alrededor de 1826 por José Gil de Castro en Lima y que tanto gustó al general quien, no solo encargó varias copias, escribió a su hermana, María Antonia, “es un retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza”.
Pero el propio libertador siembra las dudas, a la vista de lo relata, por carta a Fernando Peñalver, “mi salud está ya descalabrada…comienzo a sentir las flaquezas de una vejez prematura“; a Rodríguez del Toro: “estoy encanecido en el servicio de la patria” y a Santander: “usted no me conocería porque estoy muy acabado y muy viejo, y en medio de una tormenta como esta represento la senectud”.
Parece claro que Gil de Castro idealizó a Bolívar, con el que mantenía una larga amistad, tapando arrugas, canas y huellas de una vida de luchas, privaciones, largas campañas y enfermedades, para hacer un retrato que, además de agradar a su famoso modelo, agrandase, aún más, su figura.
Sobre el estado los últimos años de su vida Gabriel García Márquez al comienzo de su novela ‘El general en su laberinto’, describe el estado del libertador, “los tres se quedaron horrorizados ante aquel cuerpo en pena que trató de incorporarse en la hamaca, y el aire no le alcanzó para abrazarlos a todos. Lo habían visto en el Congreso Admirable, del que formaban parte, y no podían creer que se hubiera desmigajado tanto en tan poco tiempo. Los huesos eran visibles a través de la piel, y no conseguía fijar la mirada”.
