Este domingo, 15 de septiembre, se celebra el Día Mundial del Linfoma, una fecha que servirá para dar mayor visibilidad a este tipo de cáncer y concienciar a la sociedad sobre los síntomas del linfoma y la realidad de los pacientes y familiares.
Se trata de una iniciativa de Lymphoma Coalition con la que se pretende trasladar información útil, comprensible y contrastada que ayude a mejorar la calidad de vida de los afectados por linfoma, y mejorar el conocimiento de la sociedad sobre la enfermedad, favoreciendo el reconocimiento de los síntomas y permitiendo así una mayor rapidez en el diagnóstico.
El lema de esta novena edición es ‘Reconoce los síntomas: anticípate al cáncer’, y tras él se indica que el síntoma más común de esta enfermedad es la presencia de un bulto, que no suele ser doloroso, en cuello, axila o ingles. Además, algunos pacientes pueden presentar fiebre, sudoración nocturna, pérdida de peso o cansancio.
El linfoma es un tipo de cáncer de la sangre que se desarrolla cuando se produce un fallo en la forma de actuar de los linfocitos (células de la sangre que ayudan a luchar contra las infecciones). Estos linfocitos cancerígenos pueden crecer en diversas partes del cuerpo: nódulos linfáticos, médula ósea, sangre, órganos diversos… el origen del linfoma es desconocido aunque se ha asociado a determinados virus como el de Esptein-Barr o a diversas bacterias.
Existen dos tipos principales de linfoma, el Linfoma no Hodgkin: Éste a su vez de divide en linfomas de células B (células que ayudan al organismo ante las infecciones mediante la producción de anticuerpos) y linfomas de células T (células que protegen al organismo frente a los virus, hongos y bacterias); y el Linfoma de Hodgkin (o enfermedad de Hodgkin): existen 4 subtipos, esclerosis nodular, predominio linfocítico, celularidad mixta y la depleción linfocitaria.
Conocer los síntomas significa poder realizar un diagnóstico a tiempo y establecer un tratamiento temprano, los más comunes son: hinchazón indolora en un ganglio linfático, normalmente en el cuello y las axilas, aunque puede ocurrir en cualquier otra parte del cuerpo, generalmente no existe dolor, sobre todo en la primera etapa en el desarrollo del linfoma; escalofríos y cambios de temperatura; fiebre, especialmente por la noche, y excesiva sudoración; pérdida de apetito y de peso; fatiga y cansancio persistente; tos y dificultades en la respiración; sarpullido y/o picazón persistente en todo el cuerpo sin causa aparente; inflamación en las amígdalas y dolor de cabeza.
En el caso de los linfomas en estadios más avanzados, pueden presentarse los siguientes síntomas: la persona puede sentir dolor en los nódulos linfáticos después de consumir alcohol; si el linfoma involucra tejido linfático en el abdomen, el intestino o el estómago, el líquido puede acumularse causando inflamación cerca de los intestinos, que puede conducir a las sensaciones de la presión abdominal, dolor, diarrea y/o indigestión.
Los nódulos linfáticos inflamados en ocasiones pueden presionar una vena o un nervio, causando hinchazón, dolor y/o entumecimiento en las extremidades; puede aparecer un dolor de espalda sin explicación, se cree que puede ser causado por la presión de los ganglios linfáticos inflamados sobre los nervios y se cree que con el linfoma, el organismo pierde su capacidad para combatir infecciones, por lo que los síntomas generalizados que pueden desarrollar son comúnmente confundidos con síntomas de gripe, tuberculosis, otras infecciones como la mononucleosis u otros cánceres.