Así lo asegura José Manuel Fernández Castiñeiras en un escrito de 15 folios que ha entregado en el juzgado en el que denuncia robos y relaciones sexuales en el ámbito religioso, dentro de la misma catedral de Santiago. El ladrón confeso del Códice Calixtino, acusado de robo continuado con fuerza en las cosas, hurto, blanqueo de dinero y delitos contra la intimidad, presentó el referido escrito el pasado día 14 pidiendo al juez que lo uniese al procedimiento.
En el mismo, el antiguo electricista, de su puño y letra, asegura que “la gente no llegará a enterarse nunca de lo que yo he vivido y visto, por eso pido declarar ante el juzgado para poder manifestar lo que ahora digo en este escrito”.” La gente nunca se enterará de la tristura que yo siento y he sentido durante años al contemplar, por haberlo visto cuando iba a rezar, cuando iba a tomar un café, o cuando me lo contaban los propios protagonistas en la confianza, que ni la pobreza ni la castidad existe en algunas personas que se les supone”.
José Manuel Fernández Castiñeiras se refiere a casos concretos, con nombres y apellidos, y apunta, refiriéndose al ex deán de la catedral, José María Díaz, cuando describe lo que califica de “actitudes que iban más allá de lo humanamente paternal”, “intensa relación sentimental” o “relaciones sexuales”, que, en ocasiones, dice haber presenciado, así como frecuentes “palmaditas en el culo”.
En cuanto al robo de dinero en la catedral, de lo que él mismo está acusado, afirma: “en la Catedral yo siempre vi que robaban dinero” antes de dar cuenta de episodios específicos. “Metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo”, afirma en otro de los pasajes, en el que acusa al entorno del templo de aprovechamiento privado de las ofrendas. Y continúa, “cuando venían las ofrendas en cestos o recipientes con plata, jamones, buenos vinos, etc cogían lo mejor y se lo llevaban y el resto lo veía yo entrar por la puerta que va a la sacristía (pero ya habiendo vaciado parte de cesta o recipiente)…”. En la parte final del escrito, reconoce que “llevaba tiempo pensando en cómo hacer para que la gente se entere de lo que estaba pasando en la Catedral de Santiago de Compostela”.