El despliegue policial que hoy protegía al presidente de la Xunta en Baiona contra apenas 30 Afectados por la compra de Preferentes no se había visto en el Parador de esta localidad ni cuando el Rey venía a participar en alguna regata. Un total de 22 coches de la Policía Local, Nacional, Autonómica y Guardia Civil y más de medio centenar de agentes, a los que se sumó la seguridad que habitualmente acompaña a Alberto Núñez Feijóo, tomaron el hotel y la entrada con la finalidad de que el presidente pudiese ser abucheado por los afectados.
Para evitarlo, el coche oficial de Feijóo entró a gran velocidad, precedido por un vehículo de protección, en el recinto del parador.
Los ahorradores, que habían llegado una hora antes, apenas tuvieron tiempo de hacer sonar sus bocinas y sus silbatos mientras eran rodeados por un número muy superior de agentes.
Allí siguieron mientras el presidente entregaba, acompañado de la presidenta del Parlamento de Galicia, Pilar Rojo, la directora xeral de Turismo, Nava Castro, el alcalde de Baiona, Jesús Vázquez Almuiña o el ex conselleiro de Pesca, Enrique López Veiga, varios diplomas a gerentes y propietarios de varios establecimientos hosteleros que habían sido distinguidos con la ‘Q’ de calidad turística.
Feijóo, que no hizo declaraciones a los periodistas que cubrían el acto, permaneció en el parador hasta pasadas las 2 de la tarde, pese a que la entrega de diplomas acabó alrededor de la 1.
Mientras esperaban su salida, los afectados fueron rodeados por una hilera de agentes de los mencionados cuerpos de seguridad del Estado, que intentaron impedir que los congregados abucheasen a las personalidades que iban dejando el lugar, entre ellos el ex conselleiro López Veiga, la senadora Elvira Larriba o el alcalde Almuiña, que iba sentado en el asiento trasero de un coche patrulla de la Policía Local.
Fue durante estos momentos en los que los afectados volvieron a hacer sonar sus bocinas, a gritar consignas contra los responsables públicos y a exhibir sobres, en referencia al ‘caso Bárcenas’, cada vez que un vehículo pasaba por el ‘pasillo’ acordonado por varias decenas de miembros de las Policías Nacional y Autonómica y de la Benemérita.
A las 2 y 10 de la tarde, también a la gran velocidad y siempre entre dos vehículos de escolta, salió el coche oficial del presidente, justo después de que los agentes obligasen a los afectados a situarse en la acera para evitarle a Feijóo los gritos o, siquiera, que viese las camisetas naranjas y azules de los congregados, aunque para ello fuese necesario empujar a varias de las personas que se encontraban en el lugar y que, en ningún momento pusieron resistencia o demostrasen actitud violenta de alguna clase.