Sigue sin haber sospechosos, aunque las autoridades, la Policía y las agencias de investigación de los Estados Unidos tiene una idea más precisa de cómo se realizó el atentado de Boston. En base al material recuperado de los artefactos explosivos, se ha averiguado que se usaron como base de los mismos dos ollas a presión, temporizadores muy rudimentarios, que se rellenaron de balines, clavos y perdigones y un contenido explosivo “diseñado para mutilar”. Y consiguió su objetivo: hasta el momento se sabe que unos 17 de los 180 heridos han sufrido algún tipo de amputación, en su mayoría de piernas, pies y dedos.
El FBI ha analizado un panel de circuitos, que se cree que se usó como detonador, y ha podido comprobar que las bombas se colocaron en la misma línea de llegada de la maratón tras ser cargadas en bolsas deportivas. Eso sí, los materiales usados para elaborarlas plantea un problema: son corrientes y fáciles de conseguir en cualquier tienda, lo cual hace mucho más difícil localizar a quienes las colocaron.
Los investigadores trabajan en base a dos teorías: que el atentado fuera obra de un neófito, que se hizo con los materiales, posiblemente siguiendo unas instrucciones sencillas o, y esto preocupa más, que esa sencillez sea premeditada, en cuyo caso se trataría de un experto que lo que buscaba era que no se le identificase.