Las violentas protestas contra el Gobierno de Erdogan, que se expandieron por toda Turquía desde el pasado viernes, se fueron reduciendo este domingo, poco a poco, aunque la situación sigue siendo tensa, en particular en Ankara, donde han vuelto a producirse choques entre Policía y manifestantes.
La policía turca volvió a reprimir esta tarde con gases lacrimógenos y cañones de agua al millar de manifestantes que intentaban acercarse a la sede del Gobierno turco en Ankara, según informaron testigos desde el lugar de los hechos.
Mientras que las fuerzas del orden tratan de impedir la llegada de los manifestantes a la sede de la Jefatura del Gobierno, otras 10.000 personas permanecía, pacíficamente, en la céntrica y cercana plaza Kizilay de la capital. La contundencia empleada hoy por la Policía ha sido algo menor que la de ayer en Ankara, cuando unos 30 estudiantes resultaron heridos, algunos de ellos de gravedad.
Por otra parte, en Estambul la situación parecía más calmada, con miles de activistas reunidos en la céntrica plaza Taksim y el cercano parque Gezi, cuya planeada demolición fue el detonante de esta ola de protestas antigubernamentales. La retirada ayer de la policía fue festejada por miles de personas como una victoria, aunque hoy el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogán, volvió a insistir en que no dará marcha atrás a los planes urbanísticos en el centro de Estambul y acusó a la oposición a ser responsable de las protestas contra su gobierno. “No podemos quedarnos mirando cuando algunos agresores en la plaza de Taksim provocan al pueblo”, advirtió Erdogan en un discurso que distó mucho de la moderación y conciliación pedida ayer por el presidente de Turquía, Abdullah Gül.