La capacidad para la arcada en esta profesión, la de periodista, no se destruye, solo se transforma… en indignación y, pasados ya unos años, en un desprecio frío, que es como un barómetro que te recuerda lo que no quieres ser. Algunos de nosotros no queremos ser ni hienas ni mozos de casquería revolviendo vísceras …otros, bueno, han de hecho de eso su oficio, algo nada respetable.
Hieden a miseria, todos ellos, desde su aliento a su mala intención. Los que nos dedicamos a esto los conocemos: solo se relacionan entre ellos, suelen vender a su madre por una frase que retorcer hasta que no se parezca en nada a la verdad y son especialistas en intentar acabar con cualquier clase de dignidad. Y hablo de aquí mismo, de Vigo, donde vives tú y también yo.
Estos miserables – que nada tienen que ver con la información, menos aún con la veracidad – exageran, difaman, suponen, deducen y mienten si es necesario para hacerse con un titular, o una fotografía, que otros carroñeros acaban comprando y publicando. Eso sí, no arriesgan nada…una cosa es jugarse los genitales en medio de una guerra para informar de qué está pasando en ella y otra escribir una crónica sentado en una terraza o sacar una foto a una persona indefensa, a 30 metros, con un teleobjetivo y fumándose un pitillo. Además son cobardes, algo que lleva incorporado el ser mentiroso, defectos nada recomendables en quien se dedica a informar y que ahora son especialmente apreciados.
Entre este grupo de carroñeros, están, ahora a miles de kilómetros, algunos de los que están siguiendo los últimos días de Mandela. Creerán que hacen su trabajo persiguiendo o sobornando a cualquier empleado de hospital para que cuente si el enfermo está conectado a una máquina o si ha abierto los ojos. ¿A eso os dedicáis? ¿A intentar escudriñar lo que sucede en la habitación de un anciano que está muriéndose? ¿Ese es vuestro trabajo? ¿Publicar los últimos estertores de un hombre admirable? Eso no es ser periodista, eso es ser una moscarda, ese insecto de ojos rojos y salientes, alas transparentes y color verdoso que se alimenta de la carne en descomposición y todos conocemos como la mosca de la mierda.