Brasil será el país con más católicos del planeta, pero entre la resistencia del Papa a verse blindado por la seguridad – ayer hizo el trayecto desde el aeropuerto de Río de Janeiro al centro en un utilitario que casi inmediatamente se vio rodeado por centenares de personas – y el hecho de que la presencia de Francisco coincida con las protestas de que se organizan casi cada día en el país, está trayendo de cabeza a la Policía y al Ejército.
A ello se añade que la Policía Militar de Sao Paulo detonó a última hora de este lunes una bomba de fabricación casera localizada en los servicios del santuario nacional de Nuestra Señora la Aparecida, ubicado en la ciudad de Aparecida, que será visitado por el Papa durante estos días. El explosivo fue localizado el domingo por un equipo de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) durante una inspección previa a la visita del pontífice, que tendrá lugar el miércoles.
Por si eso fuera poco, las fuerzas de seguridad de Río de Janeiro se enfrentaron, ya de madrugada, con un grupo de manifestantes frente al palacio Guanabara, sede del Gobierno local, poco después de la salida del recinto del Papa Francisco, que ha dado en él su primer discurso tras su llegada al país sudamericano.