Según el último informe de la OCDE, España es el país de Europa que más dinero gasta en educación y que peores resultados obtiene en cuanto a cualificación e inserción laboral. El ejemplo contrario es Finlandia, que se ha convertido en una de las economías más pujantes de Europa gracias a la excelente formación de sus jóvenes.
Para salir de este círculo vicioso de inversiones, modificaciones y ausencia de resultados, la presidenta del Grupo Femxa propone que las nuevas regulaciones de formación y educación estén sustentadas por un modelo de consenso con los principales actores del sistema – partidos políticos, agentes sociales y empresas del sector -, de cara a conseguir una mejor formación para nuestros jóvenes, que “ayude a disminuir nuestras alarmantes cifras de fracaso escolar y de paro juvenil”.
A juicio de Patricia García, las continuas modificaciones legislativas generan un clima de incertidumbre que imposibilita los planteamientos de inversiones, con retorno a medio plazo, en las empresas: “vivimos un momento de profundo cambio en la educación y formación mundiales, donde España tiene que elegir entre estancarse y perder la posibilidad de convertirse en una economía del conocimiento, que es la única rentable, o generar un marco jurídico más estable, una actuación más planificada que permita reformar los sistemas, en base a los objetivos alcanzados”.
Durante el periodo de democracia en España se han sucedido cuatro Leyes Generales, y otras tantas de carácter orgánico, que han modificado distintos aspectos del Sistema Educativo. “Los cambios efectuados en estos años han sido tan sustanciales que imposibilitan conseguir las metas que deben perseguir la educación y la enseñanza”, explica Patricia García. “El sistema educativo, y por tanto nuestros gobernantes, debe velar para que todas las personas adquieran un buen nivel de formación que favorezca la empleabilidad y competitividad de los jóvenes, factores clave para el desarrollo de cualquier país”, añade.
Además, hay que tener en cuenta que, a nivel global, ya se está cambiando el modelo educativo. De hecho, el docente ha pasado de ser un medio de información, a un guía que enseña al alumno a aprender por sí mismo. Este nuevo modelo ha tenido gran éxito en países como Finlandia, que ha alcanzado resultados espectaculares con muchos menos medios que España: “Está claro que hay que modificar muchas cosas. España es el primer país de Europa en términos de fracaso escolar y nuestros jóvenes tienen la tasa de inserción laboral más baja”, comenta García.
A juicio de la responsable de Femxa, “no se trata simplemente de aprender contenidos −que, obviamente, son necesarios−, sino de que los alumnos desarrollen una serie de capacidades que les sean útiles tanto para triunfar en el mercado laboral como para la vida, es decir, que se conviertan en personas competentes”.
Finlandia, Corea, Holanda o Canadá, ejemplos a seguir
Patricia García recalca la necesidad de una normativa reguladora alejada de modismos y cambios políticos y que no esté condicionada por recortes presupuestarios. “Ha de pasar el tiempo suficiente para poder valorar los logros y las debilidades del sistema, o detectar nuevas necesidades”. Por ello, “debemos elaborar un modelo definido, consensuado y perdurable en el tiempo, para poder sacar conclusiones coherentes sobre su funcionamiento e introducir las mejoras necesarias, en lugar de cambiarlo radicalmente como se ha hecho siempre”.
Hay países que en su momento apostaron por un modelo educativo de calidad y los resultados son ya visibles. Es el caso de Finlandia, por ejemplo, que en la década de los noventa sufrió graves problemas de desempleo, similares a los que azotan ahora a España. Hoy en día, los alumnos finlandeses son de los que obtienen mayores calificaciones, año tras año, a nivel mundial. Esto garantiza que, con el tiempo, estén entre los profesionales mejor preparados del mundo, hecho que ha convertido al país nórdico en una de las economías más potentes de Europa.