Mujeres brasileñas han dejado este sábado en casa la parte de arriba de sus biquinis y han ocupado las playas de Río de Janeiro para exigir la legalización del “topless”, una iniciativa que ha generado un intenso debate sobre unas leyes que consideran esa práctica un “atentado al pudor”.
El “toplessazo“, como se ha bautizado esta protesta, exige que se modernice el Código Penal brasileño, que es de 1940 y contiene artículos en “defensa de la moral” que, para muchos, han quedado desfasados. “El Código Penal fue hecho para otro mundo y mucho de lo que era obsceno en aquella época ya ha dejado de serlo”, según el abogado Leonardo Ribeiro da Luz, especialista en derechos civiles.
El debate generado desde el momento en que se divulgó la convocatoria de la protesta, hace dos semanas, ha tenido ya un primer efecto y el concejal Elton Babú ha propuesto un proyecto de ley que permita la práctica del “topless” en las playas cariocas.
Sin embargo, ha encontrado un primer obstáculo en la presidenta de la Comisión de Defensa de la Mujer de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, Tania Bastos, quien opinó que “para eso existen las playas nudistas”, que en la ciudad son pocas y están en sitios alejados.
La iniciativa, que se realizó en la famosa playa de Ipanema fue respaldada por cientos de personas de ambos sexos que aplaudieron la iniciativa y se sumaron a ella para exigir “igualdad de derechos“. Hubo hombres que, para manifestar su apoyo, optaron por ponerse los sujetadores de sus mujeres para “dejar claro ese absurdo legal”.
Para defender su reivindicación, las impulsoras de la misma tienen un argumento de peso, la “contradicción discriminatoria” que supone el hecho de que en el Carnaval de Río haya muchas mujeres que desfilan completamente desnudas y que en la playa haya que ocultar los senos, como “si fueran la encarnación del pecado”.