Emiel Pauwels, de 95 años, el atleta más longevo del mundo, decidió recurrir a la eutanasia cuando le diagnosticaron un cáncer de estómago que, como le aseguraron los médicos, le impediría seguir haciendo aquello para lo que había nacido y dedicado su vida: correr.
Cuando este belga supo que la enfermedad le obligaría a cambiar de vida, decidió irse, después de estar compitiendo y haciendo deporte desde los 14 años. Pidió que se le practicase la eutanasia y murió el pasado martes.
Su único hijo, Edward, ha declarado, “era el fin de su carrera como atleta, ya no podía correr más y entonces decidió acabar con su vida. Correr era muy importante para él”, concluye.
En lugar de vivir el proceso con tristeza- tras hablarlo con su hijo- Emiel abrió las puertas de su casa en los últimos días a todo el que despedirse y dijo adiós a sus 20 personas más queridas en una fiesta que dio el lunes. Brindó con champán y pidió a sus seres queridos que no llorasen por él.
“Las lágrimas me ponen triste. Sed felices, como yo. Toda la gente a la que quiero está hoy aquí. Solo por mí. Ha sido la mejor fiesta de mi vida”.