En los últimos años nuestro país ha ido descendiendo poco a poco en los ránkings mundiales, hasta llegar a los 28 puntos, lejos de los 14 que alcanzamos en 1993.Entre las razones para ello, destacan las políticas, por las que nuestro país puntúa con un 14, a la que le siguen razones económicas, con 8 puntos y legales, con 4.
En 2013, dentro del informe anual de la organización Freedom House, la calificación de la libertad de prensa en España empeora en un punto, pasando de 27 a 28, y de la posición 52 a 53 sobre el total de 197 países: estamos solo a 3 puntos de la nota 31, a partir de la cual se sitúan los países parcialmente libres.
Los descensos en el listado se deben, según el documento, al creciente deseo de los gobiernos de controlar el contenido informativo, restricciones a la labor de reporteros o mayores coacciones a medios ‘online’. Además, la libertad también se vio cercenada por propietarios privados de medios -sobre todo los próximos al poder político- que “alteraron líneas editoriales o que tras adquirir un medio independiente despidieron a trabajadores”.
El informe subraya que “pese a la apertura generada por Internet, medios transnacionales y la privatización de las emisiones, las amenazas nuevas y viejas a la libertad de prensa restringen la habilidad de los periodistas de operar y el acceso del público a información independiente”. Pues eso.