No era eso lo que quería, pero según los periodistas Jay Margolis y Richard Buskin, fue Bobby Kennedy, el todopoderoso fiscal general de los Estados Unidos durante el mandato de su hermano, quien convirtió en un mito a Marilyn Monroe el 5 de agosto de 1962.
De ser ciertas las conclusiones del libro ‘El asesinato de Marilyn Monroe: caso cerrado’, del que son coautores Margolis y Buskin, Bobby dio la orden de matar a la actriz tras sendos romances con él y con su hermano, el presidente Kennedy y después de que ella les dijese que lo contaría todo.
Para acabar con la estrella de Hollywood, Bobby contó con la ayuda del psiquiatra de Marilyn, el doctor Ralph Greenson, así como también de su cuñado, el actor Peter Lawford, quien fue el primero en confirmar que la diva había mantenido un romance prohibido tanto con el fiscal general –padre de 11 hijos- como con el presidente.
“Se la pasaban como si fuese una pelota”, dijo Lawford en una entrevista años después de que Monroe fuera encontrada desnuda y muerta en la casa en Brentwood, California –según la versión oficial, a causa de una sobredosis de nembutal-. “Bobby estaba determinado a callarla, sin importar las consecuencias”, aseguró Lawford.