Dos días después de haber sido declarada la ley marcial en Tailandia, las fuerzas armadas han protagonizado un golpe de Estado. El jefe del Ejército del país, Prayuth Chan Ocha, asume el control gubernamental, prometiendo que restaurará el orden y reformará la política, tras meses de disturbios entre detractores y simpatizantes del Gobierno.
Por vía televisada al medio día (17:00 horas en el estado tailandés), Prayuth ha declarado la toma del control, “en el interés de la ley y el orden, asumimos los poderes. Por favor, permanezcan en calma y continúen con sus quehaceres diarios“, tras una reunión sin acuerdo entre los camisas rojas, la población rural y obrera de Bangkok, que apuesta por el cambio; y los camisas amarillas, la élite política y económica, que dirige desde hace décadas.
En noviembre de 2013, comenzó la tensión política con la petición social en las calles a favor de la destitución de la primera ministra, Yingluck Shinawatra. Tras su cese político por abuso de poder, los manifestantes solicitan un nuevo primer ministro modificando la política existente, rechazando la realización de nuevas elecciones. Las revueltas han contabilizado 28 muertes y 800 heridos.
