El Ejército de Israel, en un acto que el secretario general de Naciones Unidas ha calificado de “criminal”, ha bombardeado, por tercera vez en apenas una semana, una escuela de la ONU para refugiados palestinos (UNRWA) en la Franja de Gaza.
En dicha escuela había 3.000 civiles que habían huido de los bombardeos que castigan insistentemente desde el viernes Rafah y los misiles hebreos han matado a 10 de ellas, la mayoría niños, y han herido a otras 30.
Pese a que el portavoz de la UNRWA, Chris Gunness -cuya imagen llorando ante las cámaras de televisión recorrió esta semana los medios- reiteró que Israel tiene las coordenadas exactas de la escuela y era consciente de que era utilizada como refugio. También sabe que hay 269.793 personas refugiadas en 90 centros de la UNRWA.
Ello no ha detenido al gobierno y a los mandos del Ejército de Israel, que han repetido sus crímenes de guerra, sin importarles las condenas de las Naciones Unidas ni de varios gobiernos, puesto que están respaldados por el presidente Obama y la práctica totalidad de los mandatarios occidentales.
Este es el séptimo ataque israelí contra una escuela palestina, sabiendo que en la misma hay ancianos mujeres y niños, un ataque que ni se ha molestado en negar, aunque ha intentado justificarlo afirmando que disparó contra tres miembros de la Yihad Islámica que circulaban en una moto, algo difícil de creer, más aún viendo como algún soldado israelí presume en las redes sociales de haber matado hasta a 13 niños.
Además de la escuela, este domingo, las tropas israelíes bombardearon una vivienda en Rafah matando a los 9 miembros de la familia Al Ghul, entre ellos dos bebés y una niña. Ellos son algunos de los 54 asesinatos de civiles que ordenó el gobierno Netanyahu, elevando el número de muertos en Gaza por encima de los 1.800 –más del 85% de ellos civiles- y cerca de 10.000 heridos.
