Este año, el Premio Nobel de Física recayó en los científicos que inventaron las lámparas LED: Isamu Akasaki y Hiroshi Amano, de Japón; y Shuji Nakamura, de EE.UU., por crear una fuente de luz eficiente y no dañina con el medio ambiente, según indicó el jurado del certamen. El premio son 8 millones de coronas suecas, al cambio 870.000 €.
El acrónimo LED proviene del inglés ‘Light emitting diode’: un diodo que emite luz. El éxito de la propuesta radicó en crear el LED de luz azul, una tonalidad todavía no conseguida, que al unirla con las luces rojas y verdes, crean las lámparas blancas, una transformación fundamental en la tecnología de la iluminación.
Estas lámparas LED emiten una luz blanca de aspecto brillante, siendo más duraderas que las convencionales, y de elevada eficiencia energética, además del ahorro que supone para los recursos de la Tierra. Efectuando comparaciones, frente a las 1.000 horas de las bombillas incandescentes y las 10.000 horas, de luces fluorescentes, los LED alcanzan hasta las 100.000 horas, que por su baja potencia, pueden ser alimentadas por energía solar.