Lo que más lamenta María García, editora y presentadora de los informativos de Televigo, la cara más conocida de la televisión local de la ciudad, es que “no tuviésemos la oportunidad de despedirnos de nuestros espectadores”.
Un mes después de que el canal dejase de emitir tras 20 años en antena, María recuerda que “todos trabajamos hasta el último momento…si hasta cubrimos las previsiones que teníamos para el último día, pero el informativo ya no se hizo”.
El cierre de Televigo– cuya página web sigue activa con las últimas imágenes del 10 de octubre-, estaba anunciado, aunque fue aún más lacerante por el hecho de que “la última semana se averió el repetidor de Domaio y solo pudimos salir a antena por R”: ello significó que muchísimas personas no pudiesen sintonizarla en su televisor.
“Nos hubiese gustado agradecer a los vigueses todos esos años que estuvieron siguiéndonos durante los cuales hicieron que fuésemos la televisión local con más audiencia…y no irnos así…es triste…aún hay personas que creen que no nos ven porque no pueden sintonizarnos después de los cambios en la TDT…¡no saben que hemos cerrado!”.
María reconoce que el último año fue difícil, por los despidos, por el ambiente en la redacción– algo que contaba la que fuera la directora de la cadena, Ana Lago- Bergón, ya en febrero pasado-, sabiendo que dependían de prórrogas del juzgado– tras el concurso de acreedores- por el trabajo, “que había que sacar adelante siendo muchos menos y dedicando 11 y 12 horas diarias” y por las condiciones laborales que, según ha podido saber vigoalminuto, fueron deteriorándose con cambios de contratos indefinidos por otros de ‘obra’ y con retrasos en el pago de las nóminas.
El 11 de julio, fecha que había señalado el juzgado como de cierre, se extendió hasta el 11 de septiembre y de aquí, un mes más de demora, ya improrrogable, hasta el 11 de octubre, “y sin dejar de informar…imagínate”.
¿Qué hicieron los dueños de la cadena durante este tiempo? Según diferentes fuentes a las que ha tenido acceso esta redacción, todos los esfuerzos se centraron en negociar el alquiler de una de las licencias de televisión con un importante periódico local que, como otros medios, disponen de las mismas sin usarlas: la Xunta, que es quien concede dichas licencias, no exige que, una vez adjudicadas, quienes las reciben deban iniciar las emisiones televisivas, sino que pueden guardarlas en un cajón, sin más, algo que es inimaginable para cualquier otro tipo de licencia pública e inconcebible en cualquier otro país.
Estas negociaciones, siempre según las mencionadas fuentes, se cerraron con un acuerdo que permitiría a Televigo disponer de dicha licencia y continuar en antena…aunque quedaba un trámite más: el Gobierno gallego debía dar su visto bueno a ese acuerdo. Pero la autorización no llegó a tiempo para evitar el cierre.
Este trámite sigue su cauce y, según la legislación, la Xunta aún puede decidir, aunque debería hacerlo en un plazo de tres meses, porque pasado el mismo, se aplicaría el ‘silencio administrativo’, es decir, el alquiler de dicha licencia sería denegado.
Como han confirmado diferentes fuentes a vigoalminuto, en un último intento para evitar la desaparición definitiva de Televigo, ha habido un contacto directo con el vicepresidente del ejecutivo gallego, Alfonso Rueda, quien ha asegurado que la Xunta daría su conformidad y que las emisiones podrían retomarse a principios del año que viene.
Para ello debería completarse la liquidación de la actual empresa propietaria de la emisora y que una nueva compañía se hiciese cargo de las propiedades de Televigo, incluyendo ésta: su nombre, y con el mismo, el acuerdo firmado con el periódico local dueño de la licencia televisiva necesaria para poder emitir en TDT
Dicho de otra manera: una televisión que emitía, pero que no tenía licencia, depende del dueño de una licencia de emisión que no usa y de una administración que consiente que quien tiene el personal y los medios para hacer televisión no pueda hacerlo, y que quien no tiene nada de ello disponga de una concesión televisiva. Prometo que este último párrafo no es de Groucho Marx.