Cuando se firmó el primer plan de rescate de Grecia, la deuda pública del país era del 146% de su Producto Interior Bruto (PIB); en 2011, con las medidas impuestas por la Comisión Europea, el Banco Europeo y el Fondo Monetario- la ‘troika’- la deuda subió hasta el 171%; un año más tarde, cumpliendo las exigencias de la misma ‘troika’- tras privatizar muchos de los servicios públicos y aplicar recortes en sanidad, educación, pensiones y empezar el despido de miles de funcionarios, se disparó el paro y la deuda, tras la quita, bajó al 157% del PIB, aunque, el Gobierno conservador de Samaras las elevó al 175% a finales de 2013.
Las exigencias de la troika y las medidas brutales del gobierno de derechas llevaron al país a la recesión, a un paro que se acerca al 30%- el doble en el caso de los jóvenes- a un nivel de pobreza del 31%, a la pérdida de un 25% del Producto Interior Bruto, y a una fuga de capitales sin parangón en la historia de la Unión.
Pese a todo ello, Grecia, al final del gobierno del derechistas Samaras-hace unas semanas-, debía 240.000 millones- una parte muy importante de ellos tras la conversión de deuda privada en pública– en un proceso similar al que se aprobó en España con el rescate de los bancos que ha incrementado la deuda en 60.000 millones-, es decir el 185% del PIB.
“Con semejante nivel, la deuda no es sostenible”, ha asegurado el ministro adjunto de Finanzas, Dimitris Mardas, quien ha añadido que, incluso si la deuda se hubiera mantenido en el 175% del año pasado tampoco sería sostenible.
La peor es que, de seguir con las medidas impuestas por la ‘troika’ y Alemania, la propia Comisión Europea prevé que la deuda griega no baje al 125% del PIB a finales del año 2020 y al 112% del PIB en 2022- es decir, dentro de 5 y 7 años-.