Si viviese, John Wayne cumpliría hoy, 108 años. El estadounidense más conocido e identificado en su país-incluso 36 años después de su muerte– no solo fue una de las estrellas de cine del siglo pasado, sino que fue el que más veces hizo un papel protagonista: en 142 de las 181 películas que rodó su nombre fue el primero del reparto, hecho nunca igualado.
Wayne, al que todo el mundo asocia con su imagen de tipo duro, con su 1,94 de estatura, o de vaquero medio analfabeto, era, realmente muy distinto de esa imagen: tenía una considerable colección de pintura, le gustaba la arquitectura y la lectura, era un más que aceptable jugador de ajedrez– tan bueno que algunos compañeros como Robert Mitchum, con el que rodó ‘El Dorado’ decía que hacía trampas, “con sus manazas te comía una pieza y movía otra sin que lo vieses”- y también un apasionado de la obra de Charles Dickens.
En su época de instituto fue un alumno muy implicado en la vida académica, además, jugaba en el equipo de fútbol americano, participaba en los grupos de debate, fue presidente del club de latín y trabajó como redactor en el periódico del centro.
Nunca escondió su ideología de derechas, era un feroz anticomunista y miembro destacado del Partido Republicano-de hecho le propusieron presentarse como candidato a la Presidencia en 1968, algo que rechazó diciendo “no creo que un actor esté capacitado para ser presidente”-, sin embargo, en contra de lo que se ha publicado, una vez que se hicieron públicas miles de actas de la comisión de ‘Actividades Antiamericanas” del senador McCarthy, ha quedado desmentido que Wayne, como lo habían acusado, delatase o señalase a algún compañero como comunista.
‘Duke’, como lo llamaban, era muy consciente de sus limitaciones como actor: cuando en 1969 ganó el Oscar ‘Valor de Ley’-por favor, no confundirla con la de Jeff Bridges- , Wayne le dijo a Barbra Streisand, que le entregó la estatuilla, que había tenido “la suerte del principiante”. Más tarde, en la fiesta después de la ceremonia, se acercó a Richard Burton -nominado también a Mejor Actor-, le entregó el Oscar y delante de todos los invitados afirmó en voz alta, “tú debías tener esto, no yo”.
A John Wayne, que se casó tres vece y tuvo siete hijos, se le diagnosticó cáncer de pulmón en 1964 y, para tratarlo, se le extirpó el pulmón izquierdo y dos costillas, pese a ello, en los años siguientes protagonizó 19 películas- la última de ellas, ‘El pistolero’, en 1976- y entregó un Oscar en la ceremonia de 1979. Estaba tan desmejorado que bajo el smoking hubo que ponerle un traje de buzo y ayudarlo, una vez acabó de presentar uno de los premios, a llegar hasta su coche, que lo llevaría al hospital. John Wayne murió en junio de ese mismo año en el Centro Médico de la Universidad de California en Los Ángeles. Se le enterró en una tumba anónima, para evitar la profanación de sus restos y en otro lugar se colocó una placa con su epitafio, en castellano, como él había dispuesto: “Feo, fuerte y formal”.