Un grupo de hacktivistas ha conseguido saltarse la seguridad informática de una planta depuradora del Reino Unido y no sólo han accedido a los datos de 2,5 millones de consumidores, sino que consiguieron dar la orden de apertura y cierre de válvulas para alterar la concentración de los químicos añadidos con los que se trata el agua para que sea apta para el consumo general.
Aunque con este ataque no se modificó la potabilidad del agua ni afectó a la población en general, sí que pone una vez más de relieve la fragilidad de los sistemas informáticos de algunas entidades.