Siete hectáreas de tierra, 800 metros de largo, arena blanca y aguas cristalinas. Así es la playa de Awaroa Inlet, en Nueva Zelanda, que acaba de ser devuelta al público después de años en manos privadas.
Y ha sido gracias a la colaboración de 40.000 personas, las que participaron en una campaña de crowdfunding con la que se recaudaron los dos millones de dólares, casi 1,2 millones de euros, que pedía su propietario.
Duane Major y Adam Gard’ner son los promotores de esta iniciativa en la que también participó el Gobierno de la isla aportando parte del capital para devolver la playa al público general.
Hasta el momento la playa pertenecía a Michael Spackman, un hombre que la había comprado por algo menos de un millón de euros y que desde entonces impedía el acceso y el baño en su propiedad.
