Fotos: Pily Reñones/ Recorrió a pie los metros que separaban el coche aparcado en la calle San Francisco hasta el el palco situado delante del Pazo de Raxoi. El ya presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, decidió entrar andando en la Praza do Obradoiro saludando a las miles de personas que, a pesar de la lluvia, se congregaban en la plaza para participar en la fiesta de la tercera toma de posesión de Feijóo, una tradición recuperada después de que en 2012 decidiera suspenderse a causa de la crisis.
Y lo hizo acompañado del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un acto que estuvo a punto de suspenderse por la intensa lluvia, pero que sirvió a Feijóo para reivindicar que “hay que mojarse por Galicia siempre que tengamos oportunidad de hacerlo”.
Feijóo quiso saludar a todos lo”gallegos de Galicia, del resto de España, de Europa y del mundo” y de forma “muy emocionada” a Rajoy, “un gallego” en la presidencia del Gobierno y hacer un guiño a todas las ideas recordando que “las urnas son afluentes de un mismo río, que es Galicia. Todas las inquietudes son materia prima para construir nuestro país y nuestro futuro, no se puede prescindir de nadie”.
“La catedral que nos preside es una obra hecha por gallegos, muchos de sus nombres se olvidaron pero su trabajo quedó impreso en la piedra para siempre. Delante tenemos otra gran obra que es la convivencia”, explicó antes de asegurar que “al gallego se agrupa, nunca se da por vencido, nunca desanda el camino ni se siente solo, ningún gallego puede ser indiferente a otro y mientras haya un gallego habrá alguien que reivindique Galicia”.
“Galicia es una nacionalidad que elige sin dejar heridas ni rencores”, aseguró aludiendo a las nacionalidades históricas de España. “Hoy se inaugura una nueva era bajo la protección de un Apóstol fiel. Ya no somos la tierra donde terminaba el mundo. Galicia ya no es el final, sino el principio, no es el epílogo, si no la introducción”, destacó.
Toma de posesión en el Parlamento gallego
Antes del acto oficial la Praza do Obradoiro de Santiago de Compostela, Alberto Núñez Feijóo prometía su cargo como presidente de la Xunta en un acto institucional de toma de posesión celebrado en el Parlamento de Galicia ante unos 500 invitados, entre ellos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la presidenta del Congreso, Ana Pastor; expresidentes de la Xunta como Emilio Pérez Touriño o Fernando González Laxe o numerosos rostros de la política gallega.
Feijóo prometió “ser fiel al mandato como presidente de la Xunta, observar y hacer cumplir la Constitución y el Estatuto y las demás leyes de Galicia y del Estado y ejercer mis funciones en defensa del interés supremo de Galicia y de España”.
El momento emotivo de la ceremonia llegó cuando Feijóo recordó a su padre, fallecido hace unos meses, “el ejemplo de un gallego que no está” y de “otro que está por venir”, en referencia a su hijo, que está previsto que nazca en febrero.
El presidente de la Xunta reivindicó en su discurso la estabilidad política e institucional, el autogobierno gallego y de la “nación española” de la que Galicia forma parte. Aseguró que “el equilibrio político que los gallegos han conseguido es, efectivamente, una excepción en España, pero no una anomalía”.
