Khris Cembe es un cangués amante de la animación que ha participado en varios proyectos aclamados por la crítica. “Psiconautas, los niños olvidados”, una cinta gallega de la cual fue director de animación, consiguió el Goya a Mejor película de animación en 2017. Además, en la reciente edición de los Premios Goya estuvo nominado a Mejor cortometraje de animación con “Soy una tumba”. Este último trabajo está ambientado en un pueblo costero gallego en la época del contrabando. Su protagonista es un niño que, presa del miedo por haber presenciado un crimen, atraviesa la barrera que le separa del mundo adulto.
En esta entrevista, Khris Cembe cuenta sus inicios como profesional y la situación difícil que atraviesa el mundo de la animación en España.
¿Qué posibilidades hay de entrar en el mundo de la animación desde Galicia?
En la animación puedes elegir diferentes caminos: videojuegos, publicidad, cine, tv… Con lo que siempre habrá alguna vía disponible sea en Galicia o sea fuera. Al final, desde casa podemos trabajar para todo el mundo. En mi caso llevo más de 13 años dedicados a la animación y yo sí que tuve que irme fuera de Galicia. Hablamos del año 2004 cuando Internet era prácticamente novedoso y empezaba a integrarse en la sociedad.
¿Existen suficientes recursos para poder aprender o tu experiencia fue más autodidacta?
Siguiendo la pregunta anterior, no había tantos recursos como hoy en día, que hay demasiada información de todo. El que no aprende es porque no quiere. Mi formación es autodidacta, y me costaba mucho más tiempo aprender que si lo hubiera hecho hoy con herramientas más evolucionadas. También hay más educación, más escuelas, eventos, master class muy interesantes. Hoy es muy fácil decantarse por algo y hacerlo. Pero importante: hay que hacerlo.
¿Cuál fue tu primer proyecto y cómo decidiste llevarlo a cabo?
Los primeros proyectos amateurs que despertaron mi interés por el cine fueron a partir de los 14 años. Yo estaba siempre escribiendo, dibujando y grabando cortometrajes (a día de hoy sólo conservo uno). Mi primer proyecto propio profesional fue el cortometraje ‘Viaje a pies‘. Lo comencé en 2012 y se estrenó en 2015. Ya tenía bastantes años de experiencia, había trabajado en muchos proyectos como animador, después di el paso de dirigir animación tanto en series como cortometrajes hasta que me sentí preparado para invertir en mi propio cortometraje. Hay que sacrificar mucho dinero, tiempo y salud pero gracias a “Viaje a pies”, he podido crecer profesionalmente y este año acabo de estrenar mi segundo cortometraje personal “Soy una tumba“.
Cuando os embarcasteis en el reto de Psiconautas, ¿esperabais tener tan buen recibimiento?
Nunca nos planteamos esta pregunta cuando comenzamos un proyecto nuevo. Intentamos hacer el cine que nos gustaría ver a nosotros y por lo tanto siempre tendremos un público, aunque sea minoritario, y somos conscientes de ello. Pero es verdad que el caso de “Psiconautas” cumplió sobradamente las expectativas que suele tener una película de este tipo, una película pequeña y humilde. Llegó lejos y es bonito verlo.
¿Crees que la crítica trata diferente a un proyecto de cortometraje que a un largometraje?
Sí, absolutamente. Hay pocos medios dedicados al cortometraje, y es un formato que hace mucho por el cine y no se reconoce. Desde fuera parece que hacer un corto sea un ejercicio o un entrenamiento para hacer un largometraje, y no es así. Televisiones y salas de cine deberían programar este tipo de formato para mostrarle al mundo que también existimos, que también hacemos películas. Muchas veces en festivales de cine o premios cinematográficos me he sentido ninguneado por hacer cortometrajes, y ya si es de animación… Imagínate. Vivimos en una sociedad en la que los mismos profesionales del cine consideran que la animación es cosa de niños.
¿Cuánto tiempo dedicaste a “Soy una tumba” hasta completar todo el proceso? ¿Y qué es lo mejor que te llevas de ese proyecto?
El proceso de “Soy una tumba” me llevó unos 2 años y medio completarlo desde que comencé a escribir y desarrollar la idea. Un proceso largo por que es animación dibujada y pintada de forma “tradicional” y requiere de mucho tiempo. Pero luego el resultado es increíble y te sientes bien al verlo en pantalla gigante. Lo mejor que me llevo de este proyecto son las palabras de los espectadores cuando ven y sienten la historia de “Soy una tumba”, la historia de este niño que grita en silencio. Es emocionante escuchar al público y darte cuenta que cada uno tiene su propia lectura. Con lo que al final, me doy cuenta de que todo este tiempo dedicado en producir y realizar este corto ha sido un aprendizaje severo que ni en las mejores escuelas te lo dan.
¿Cómo está el mundo de la animación en España? ¿Crees que se valora lo suficiente?
Voy a decir una obviedad, pero creo que en España cada vez hay menos talento por que este talento se está yendo fuera, a producciones de otros países que sí tienen industria de animación y valoran al artista como se debe. Mi experiencia todos estos años me dice que aquí no tenemos industria, hay poca continuidad, no hay una engranaje de películas animadas en las que ofrecer trabajo continuado a la gente. Sólo tenemos que consultar las cifras del cine, al año se harán unas 130 películas de ficción como mínimo, tan sólo 3 o 4 con mucha suerte son de animación. Todo lo que leemos sobre la industria de la animación en España se viene abajo con estos datos. Digo esto por que en muchas ocasiones he visto como se les infla el pecho por que una peli de animación ha hecho taquillazo, pero la realidad es que la misma gente que ha hecho esta película tienen los mismos problemas para financiar su próximo taquillazo.
¿Qué le dirías a una persona que empieza a entusiasmarse por el mundo de la animación? ¿Qué necesita para convertir su pasión en trabajo?
Controlar ese entusiasmo que a veces nos puede cegar. Si realmente algo te apasiona, debes invertir mucho tiempo es observar y aprender para ser prudente. Quizá te haces viral y explotas de repente con algo que hagas, pero sólo las personas profesionales de verdad perduran y consiguen el equilibrio. Si realmente es tu pasión, el tiempo gradualmente acaba por convertirlo en tu trabajo, un trabajo con el que seguramente te encuentres bien y sepas valorar. Pero los objetivos no se consiguen de un día para otro.