Greenpeace advierte de que causaría “graves impactos en el centro histórico de Vigo y en su movilidad”.
A juicio de la ONG, “bajo la premisa de la peatonalización de una zona emblemática, el proyecto plantea ejecutar 200 metros de túnel para que el tráfico privado siga atravesando el centro de la ciudad. Una obra que ya cuenta con una importante oposición vecinal, al dedicar la mayor parte de su presupuesto a perpetuar el tráfico rodado en lugar de reducirlo”.
‘Efecto barrera’
La ejecución de este túnel conlleva la creación de sendas rampas de acceso en las calles Elduayen y Policarpo Sanz. Unas rampas que “generan un ‘efecto barrera’ al no poder cruzarse transversalmente y que además suponen un foco de contaminación visual y acústica, debido a la reverberación del ruido de los coches en el interior del túnel”.
El proyecto contempla 140 metros de rampa para conseguir apenas 200 metros de calle peatonal. Unas cifras, que en opinión de Greenpeace, deberían ser suficientes para replantearse la utilidad de un túnel que rompe con el consenso social de la peatonalización.
Un túnel que coloca a Vigo fuera de las ciudades sostenibles en movilidad
Además del impacto en el entorno de la obra, Greenpeace advierte que la construcción del túnel “supone un incentivo directo al uso del coche para atravesar el centro”. Durante estos días tiene lugar la Semana Europea de la Movilidad, cita en la que “la Comisión Europea nos recuerda las ventajas de las ciudades que apuestan los modos sostenibles y la reducción del tráfico privado. Un modelo opuesto al que se pretende con este túnel, que invita a los conductores a seguir atravesando el centro en coche en lugar de optar por otros medios de transporte, lo que incrementará la presión del tráfico en el entorno el centro histórico”.
“El alcalde tiene una idea desfasada”
A juicio de Greenpeace, el alcalde, quien respondió a las críticas al proyecto afirmando que “el progreso en esta ciudad no lo detiene nadie”, tiene una “idea desfasada del concepto de progreso, más propia del desarrollismo de los años 60 que dedicó la mayoría del espacio público al tráfico”.
Este moidelo, indican desde la organización ecologista, se ha demostrado fallido y “tuvo su reflejo en Vigo en el vergonzoso ‘scalextric’ de Alfonso XIII” -hoy desmontado- que “se ideó para incrementar el número de vehículos en el centro histórico igual que el túnel que ahora se propone”.
Reducir el acceso de vehículos contaminantes
Greenpeace recuerda que actualmente el progreso lo marcan aquellas ciudades que reducen el acceso a los vehículos contaminantes, tal y como recogió la ONG recientemente en su ‘Mapa del fin del diésel y la gasolina’.
Este mapa ya incluye a Pontevedra y A Coruña, “gracias a sus políticas para crear centros urbanos libres de tráfico, impulsando el transporte público y los desplazamientos a pie, el modo menos contaminante y más accesible”.