La vida confinada en la que hemos vivido estos dos últimos meses para frenar la expansión de la pandemia del COVID-19 ha tenido consecuencias positivas en los accidentes de tráfico.
Las imágenes habituales de atascos por la operación salida de Semana Santa o el Puente de Mayo han dado paso a fotogramas de carreteras excepcionalmente desiertas, como recién salidas de una película de ciencia ficción, que han dejado cifras positivas en relación a los accidentes de tráfico.
Según datos de la DGT, entre el 15 de marzo y el 7 de mayo de este año, la movilidad se ha reducido en torno a un 70% y los fallecidos al volante han descendido un 69%.
No se puede bajar la guardia
La recuperación de la movilidad traerá también un aumento de los accidentes de tráfico en los próximos meses, especialmente en las carreteras convencionales no sólo por la vuelta a la normalidad, sino que además, habrá que sumar nuevos factores de riesgo que incidirán especialmente en los desplazamientos de largo recorrido: habrá más viajes de turismo nacional y de interior que en años anteriores por las dificultades de salir al extranjero, con un probable repunte en el uso del coche privado, cuyo parque móvil está muy envejecido.
No olvidemos que, según las principales conclusiones del estudio de la Fundación Línea Directa, “Carreteras convencionales: el agujero negro de la seguridad vial”, elaborado en colaboración con Centro Zaragoza, en la última década (2009-2018), las carreteras convencionales han sido el escenario de 7 de cada 10 fallecimientos en accidentes ocurridos en vías interurbanas, con un total de 10.500 muertos, multiplicando por 3 el número de fallecidos de las autopistas y autovías.
En relación al índice de letalidad de las vías interurbanas, las carreteras convencionales multiplican por 1,5 veces la letalidad frente a las autovías y autopistas (2,8 fallecidos por cada 100 víctimas, frente a 1,8).
El número de heridos graves también es más elevado en carreteras secundarias y representa un 72% del total registrado en vías interurbanas.
La Fundación Línea Directa, en colaboración con Centro Zaragoza, ha estimado que este año la situación se agravará, dado que los muertos en las carreteras secundarias en España volverán a suponer un 75% de los fallecidos de las vías interurbanas, un dato similar al conjunto de la década.
TOP 5 de puntos negros en carreteras convencionales
Por Comunidades Autónomas, en términos absolutos, Cataluña ocupa el primer puesto en cifra de fallecidos en carreta convencional (17%), seguida de Andalucía (13%).
Galicia se sitúa como la cuarta CCAA con más fallecidos en este tipo de vías (10%). En contraposición, Euskadi (0,7%) y Cantabria (1%) son las regiones con menos muertes en sus carreteras secundarias.
En cuanto al Top 5 en peligrosidad y concentración de accidentes en las carreteras convencionales en 2018, identificados en función de la intensidad media diaria de tráfico y el índice de siniestralidad, lo constituyen el tramo del km 5 al 8 de la CV-821, en Alicante; el tramo del km 1 al 4 de la CV-670, en Valencia; el tramo del km 2 a 5 de la GR-3304, en Granada; el tramo del km 12 al 15 de la PO-331, que une O Porriño y Gondomar, y hasta cinco puntos negros repartidos por la N-634, entre Guipúzcoa y Vizcaya.