Las obras de las nuevas rampas mecánicas de Gran Vía se han llevado por delante una docena de árboles, a ambos lados de la avenida.
Los trabajos empezaron hace sólo 5 días, con el corte de dos carriles, uno en dirección ascendente, hacia la Praza de España, y otro en sentido descendentes, hacia Urzáiz. No ha sido el único ‘corte’, como ha comprobado vigoalminuto: en este tiempo los grandes árboles de ambas aceras, desde el cruce de Venezuela hasta el de Bolivia, han desaparecido.
Igual que en la ‘primera fase’ de las rampas mecánicas
El sistema que se sigue en estas obras no parece distinto del que se empleó en 2019 para las de la primera fase de las rampas mecánicas. Entonces el Gobierno local difundió unas imágenes en las que justificaba la tala de los árboles por su mal estado, avalado por informes de ingenieros agrónomos. Entonces, desde el Concello se aseguraba que “podrían caer en cualquier momento, ocasionando un grave problema de seguridad”.
Aún no hay información sobre el motivo para esta nueva tala, aunque puede que no se deba a los mismos problemas de ‘salud’, puesto que hasta ahora el Concello no ha hablado de ellos y tampoco se cortaron los árboles que han seguido en pie hasta que han empezado estas obras.
Denuncia en Europa
Por esa misma causa, el corte de árboles, aquel mismo año, 2019, Marea de Vigo presentó un escrito en el Parlamento Europeo para que la UE aclarase si la tala de 128 árboles -45 camelios, 41 castaños de las indias, 29 naranjos y 13 tilos- formaba parte de los criterios objetivos de sostenibilidad y estrategia ambiental que establecía el uso de fondos europeos, que financiaron, en un 80%, la primera fase de las rampas, entre el cruce de María Berdiales y El Corte Inglés.
La Comisión de Peticiones de la Unión Europea lo admitió lo trámite para estudiar si estaba justificado talar árboles de gran masa verde, que tenían más de medio siglo de vida, para replantar, alrededor de 30 naranjos y medio centenar de camelios.
Críticas de grupos ecologistas
Por su parte, la actuación del Concello en Gran Vía, como en otros lugares- Ronda de Don Bosco, Samil o Vía Norte– recibió críticas de grupos y asociaciones ecologistas. En todos los casos, el Gobierno local apuntaba hacía otro lado: o bien los árboles se caían por efecto de la “gravedad”, como los cedros de Don Bosco o señalaba a la oposición por criticar que se cortasen cuando podían caer sobre las personas.
En otros casos, el propio alcalde reivindicaba que “Vigo es la ciudad de los árboles” y aseguraba que durante su mandato se habían plantado 6.000 en el casco urbano…más de los que habían dejado todos sus predecesores juntos.