Así figura en el informe Crisis a Toda Costa 2024. Análisis de la situación del litoral ante los riesgos de la emergencia climática, que Greenpeace presenta hoy y donde realiza una radiografía del estado de los más de 8.000 kilómetros de costa española ante las amenazas que vienen.
Riesgos en el litoral: exceso de urbanización, contaminación o construcción
La ONG advierte de que no hay zona costera española que no esté expuesta a riesgos por exceso de urbanización e infraestructuras, contaminación, la construcción de barreras artificiales (como diques, espigones, paseos marítimos o puertos deportivos), el despilfarro de recursos naturales y el encauzamiento, soterramiento y desvíos de cauces fluviales.
Todas estas actuaciones, alertan, han provocado desequilibrios que se traducen en el retroceso y la pérdida de las playas, y con ellas, su función de barrera protectora, lo que supone un riesgo para millones de personas residentes en el litoral. La turistificación es otra mala práctica que está acosando muchas ciudades españolas.
Cambio climático
A estas malas prácticas hay que sumar las debidas específicamente al cambio climático: la subida del nivel del mar, el aumento en frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos (como olas de calor, sequía, lluvias torrenciales, temporales, huracanes, incendios e inundaciones), el incremento constante de la temperatura de mares y océanos y la pérdida de oxígeno disuelto en el agua, que dispara de forma exponencial los riesgos.
- La subida del nivel del mar, según las previsiones de la NASA, ocasionará la pérdida de playas en la totalidad del litoral. Cabe recordar que, según la regla de Bruun, de media se estima que por cada centímetro que suba el nivel del mar, la costa retrocederá un metro. Para 2030 ya se esperan impactos muy graves en la costa de Barcelona, Vigo, A Coruña, Villagarcía, Almería, Málaga, Huelva, Cádiz, Gijón, Santander, Bilbao, Las Palmas y Tenerife. Para final de siglo, en ciudades como Vigo, Cádiz, Bilbao o Las Palmas el mar se habrá comido más de 40 metros de costa, llegando hasta los 70 en ciudades como Barcelona.
- Los datos de la subida de la temperatura de mares y océanos muestran que las olas de calor marinas se suceden sin tregua desde 2022. Tanto el Golfo de Bizkaia como las aguas baleares son las más vulnerables a su creciente intensidad. Temperaturas marinas más altas provocan la disminución del oxígeno disuelto en el agua y a ello se suma la contaminación, que provoca la acidificación del agua. Es lo que la Agencia Europea de Medioambiente denomina “el trío letal”,que ya está provocandograves impactos sobre la biodiversidad y los ecosistemas marinos, así como sobre la pesca y el marisqueo.
- Más eventos meteorológicos extremos y de mayor intensidad. El agua más caliente se evapora más y esto provoca la formación de DANAs y ciclones más potentes y peligrosos, aumentando los daños por inundaciones. Murcia, Palma, Girona y Cartagena tienen más de 15.000 viviendas cada una situadas en zonas inundables.
“Durante décadas hemos deformado la costa a nuestro antojo, pero eso ya no funciona más. Ya no llegamos a anticiparnos al problema, porque ya está aquí, pero las soluciones tienen que ponerse en marcha con urgencia. Todo retraso resultará en mayores costes económicos y humanos”, explica María José Caballero, responsable de Costas en Greenpeace España.
Galicia
Por lo que respecta a Galicia, el informe de Greenpeace destaca la “contaminante celulosa ENCE, gracias a la negligente e interesada gestión pública“ que ha destruido una de las marismas más ricas; el vertido de aguas residuales de la mina San Finx al arroyo de As Rabaceiras, parte de la red fluvial que alimenta la ría de Muros e Noia, donde 1.500 familias de mariscadoras recogen el 70% del berberecho gallego.
Otro proyecto que tendría un impacto negativo en la costa gallega será la macrocelulosa de la empresa Altri en Palas del Rei (A Ulloa), que vertería 30.000 m3/día de aguas contaminadas, las cuales terminarán en la ría de Arousa afectando a sus bancos marisqueros y su pesca tradicional.
Junto a la contaminación, también la disminución de la salinidad del agua marina y el cambio climático están amenazando la supervivencia de especies como el percebe, varias especies de almejas, la nécora y el centollo.
Las previsiones sobre la erosión y la subida del nivel del mar muestran un retroceso de las playas de entre 20 y 30 metros para 2050.
Soluciones para la costa
A la vista de ello, Greenpeace subraya que as urgente hacer frente a estos riesgos. Tan sólo con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40% del retroceso de las playas de todo el mundo. También son necesarias medidas de adaptación a todos los niveles (municipal, autonómico y estatal) que minimicen los daños y busquen soluciones reales y duraderas. Las soluciones aplicadas hasta ahora, como las regeneraciones artificiales de playas y la reconstrucción de paseos marítimos, ya no sirven. Cada nuevo temporal destruye las costosas intervenciones artificiales que no atienden a la raíz del problema. Sólo entre 2016 y 2020 se gastaron cerca de 60 millones de euros en la reposición artificial de arena en las playas.
Las soluciones han de ser locales, porque cada tramo de litoral tiene características propias, pero deben ser acordadas por las administraciones y participadas por la ciudadanía de forma urgente. Proteger y conservar las playas supondría un beneficio 150 veces superior a dejar que sigan deteriorándose.
Medidas imprescindibles
Así, los expertos que han participado en la elaboración de este informe consideran que para afrontar esta situación hay que:
- Aplicar políticas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y normativas de adaptación y protección de la costa de acuerdo con lo que marca la ciencia.
- Devolver la calidad ambiental a los espacios costeros para tener sistemas naturales estables que protejan de los peores riesgos.
- Acabar con la contaminación que empobrece la calidad de las aguas y nos supone el pago de cuantiosas multas a la Unión Europea.
- Poner coto a la turistificación masiva a través de medidas como la limitación de vuelos y cruceros, el establecimiento de tasas por pernocta que repercutan en la mejora de los servicios públicos y la regeneración de ecosistemas o la limitación de alojamientos turísticos y la participación ciudadana en la planificación turística.
- Introducir las previsiones sobre el cambio climático en la planificación urbanística y de infraestructuras.
- Impedir la construcción de infraestructuras y la urbanización que generen barreras artificiales que hacen de pantalla e impiden que la arena se deposite en las playas y aumentan la virulencia de los temporales marinos.
- Conservar y facilitar la expansión hacia el interior de marismas y humedales (son grandes disipadores de la energía del mar y, por tanto, muy buenos aliados en la protección). Prohibir proyectos en estas zonas y retirar las que existan.
- Revisar los deslindes (la delimitación) que determinan el dominio público marítimo-terrestre (100 metros en zona no urbanizable y 20 en zonas urbanizables), que constituye la zona mínima de protección frente a DANAS, temporales y la subida del nivel del mar.
- Recuperar las zonas inundables. En España, las inundaciones son, después de las olas de calor, el segundo fenómeno natural que más muertes provoca. Liberarlas de construcciones (su presencia aumenta exponencialmente los daños y riesgos) y recuperar los cauces naturales de ríos y avenidas.
- Promover la investigación científica de las afecciones provocadas tanto por las barreras artificiales como por el cambio climático en los ecosistemas, las especies marinas y la salud de las personas.