Nos tomamos un par de días libres. Es para que en casa sepan de nosotros y para que el perro nos reconozca. Íbamos a decir que nos encantaría quedarnos también esta Navidad, pero ¡qué va!, iba a notarse desde la Estación Espacial Internacional que os estábamos mintiendo.
Hasta al becario, que cuando llegó era un chaval risueño con acné, y ahora se parece a su tía Gertrudis, se va a casa…que ya nos hemos enterado que tenía una y que su familia había denunciado su desaparición.
Se quedan de guardia un primo segundo de Monforte que hizo la mili en Sidi Ifni y está acostumbrado a aguantar más de 72 horas las ganas de hacer pis, y Rita, la cantaora, que ha venido a hacer unos bolos y ensayará para perfeccionar su versión de “que tiene la zarzamora, llorá que llora por los rincones”…ya véis, ella que siempre decía y presumía de que partía los corazones.
Aprovecharemos el tiempo para hacer todo eso que no hacemos habitualmente, como dormir, y desmentimos, desde ya, que cualquiera de nosotros tenga algo que ver en la desaparición de 52 de centollas: no, no nos las hemos llevado ni volveremos a hacerlo.
Mientras metíamos algo de ropa en una mochila nos hemos puesto de acuerdo en dos cosas, una: daros las gracias por estar ahí, por confiar en vigoalminuto (podéis decírselo a amigos y conocidos…incluso a enemigos… nos os cortéis) y dos: pedir disculpas por los errores, que sí, que sí, ya sabemos que son un huevo, pero hace un año eran un huevo y medio…vamos rebajando la yema, sino la tenemos clara.
Un abrazo