La decisión ha sido comunicada por la congregación a la Xunta, Diputación y Concello de Pontevedra, tras haber constatado que el edificio, en el que vivían 160 ancianos, algunos de ellos con grados de invalidez muy importante, no cumplía ninguno de los requisitos legales para seguir abierto y ante la falta de vocaciones para continuar su actividad.
El asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que tiene una historia de 120 años, ocupa un inmueble que, según ha explicado el abogado de esta congregación, ha ido “parcheándose” hasta que ha llegado un momento en que se hacía imprescindible una reforma integral que requiere una inversión “de varios millones de euros que es completamente inasumible”.
Aunque el alcalde de la capital ha ofrecido a la Xunta las instalaciones municipales de la antigua residencia de la ONCE e incluso terrenos para construir un centro nuevo, el problema más urgente es dónde alojar a las 160 personas residen a día de hoy en el asilo pontevedrés, la gran mayoría en una situación económica precaria y sin familias que les puedan acoger en sus casas.