Esa es la única duda que parecen plantear los resultados de la primera vuelta de las elecciones Legislativas que se celebran este domingo en Francia, una vez que se da por seguro que los socialistas, empujados por la popularidad de François Hollande, que supera el 63%, se harán con la victoria en las mismas. Una victoria abultada, permitiría a Hollande gobernar sin agobios en un momento en el que ha planteado una segunda vía para salir de la crisis: atenuar los recortes, replantear el pacto fiscal, firmado por su predecesor con la canciller Merkel, y apostar por que la Unión Europea tome más medidas para facilitar el crecimiento económico.
Por ello, ahora la atención de esta campaña, que los franceses han seguido sin disimulado desinterés, se centra en saber si el Partido Socialista logrará los 289 escaños que garantizan la mayoría en la Asamblea Nacional o deberá llegar a un acuerdo post electoral con lo Verdes. Las encuestas indican que es más probable esta segunda posibilidad: los votantes serían mucho más proclives a apoyar un pacto de este tipo que a dar su voto al partido del presidente si este se decanta por una coalición con el Frente de Izquierda, integrado por miembros del Partido Comunista y otros grupos de izquierda. Prueba de ello es que un entendimiento con los ecologistas, de acuerdo con los sondeos, facilitaría un resultado que se movería en una horquilla de entre 292 y 303 escaños.
La otra incógnita de la jornada es ver qué base popular logrará el Frente Nacional de Marine Le Pen que, según las encuestas, parece que no mejorará los resultados de las Presidenciales, menos de un 18% que, en realidad, no le haría ganar más de 3 diputados en la nueva Asamblea.
