Un buen número de los pescadores y personas, en general, que limpiaron con sus manos y sin prácticamente protección las toneladas del petróleo, tras hundirse el Prestige, han padecido problemas respiratorios varios años, en concreto, durante los 5 años posteriores a la catástrofe ecológica, ocurrida en Galicia en noviembre de 2002.
Es una de las conclusiones que se desprenden del primer estudio realizado por el grupo ‘SEPAR-Prestige’, dirigido por el investigador del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), Jan-Paul Zock.
Según dicha investigación, la prevalencia de síntomas respiratorios, como sibilancias o pitos, dificultad para respirar, tos y flemas fueron importantes entre las personas que se enfrentaron al chapapote sin los medios adecuados.
En cuanto a las personas que tuvieron una participación prolongada o que no pudieron hacer uso de máscaras de protección adecuadas, los riesgos de síntomas respiratorios siguen siendo persistentes a día de hoy.