Quien lo ha dicho no es la oposición, sino la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que ha asegurado este viernes que dispone de informes sobre las atrocidades, así las ha calificado, de las fuerzas leales al asesino que aún gobierna Siria. Navi Pillay ha indicado que “las operaciones militares del Ejército sirio empiezan con cortes de suministro de la electricidad, el agua y los alimentos, siguen con bombardeos, apoyados por helicópteros y aviones de combate, y acaban con ejecuciones sumarias”. Luego, “los cuerpos de los ejecutados son incinerados o trasladados a otro lugar a otra parte”, ha subrayado la Alta Comisionada.
Pillay ha advertido de que los responsables de la violencia no escaparán a la acción de la justicia, y ha pedido tanto a las fuerzas del Gobierno sirio como a los rebeldes que discriminen a la población civil de Alepo, ciudad “que está a punto de ser escenario, con casi toda probabilidad, de un enfrentamiento a gran escala”.
Finalmente, como ya hiciese el secretario general de Naciones Unidas ha dejado claro que “los asesinatos premeditados, bien cometidos por el Gobierno o las fuerzas de seguridad, podrían constituir crímenes de guerra o contra la Humanidad. La tortura, de igual modo, está prohibida bajo cualquier circunstancia”.