Tiene 78 años, es un diplomático argelino y, la semana que viene, será designado por la Líga Árabe y las Naciones Unidas para suceder a Kofi Annan como enviado especial a Siria. Brahimi ha encabezado varias misiones para la ONU, en especial en Irak, Afganistán, Sudáfrica y Haití, además de ser asesor de la Liga Árabe.
Ahora no tiene una labor nada fácil. Debe de intentar avanzar donde el ex secretario general de Naciones Unidas no pudo, pese a intentarlo desde el pasado 23 de febrero: parar la masacre de la población civil siria y lograr un alto en fuego. Una tarea hercúlea, teniendo en cuenta que el Plan de Paz impulsado por su predecesor, que contemplaba la retirada de las tropas y del armamento pesado de las ciudades, el cese de las hostilidades, el acceso de las agencias humanitarias y de la prensa internacional a las zonas en conflicto y el inicio de un diálogo no solo no funcionó, sino que, pese a que la ONU envió un equipo de 300 observadores, fue incumplido por ambas partes en conflicto.
Ello supuso, además la retirada del contingente de Naciones Unidas y las suspensión de sus operaciones en el país, la renuncia de un negociador tan curtido como Kofi Annan, quien presentó su renuncia al secretario general Ban Ki Moon el pasado 2 de agosto.