Dicen que un perro es el mejor amigo del hombre, pero la muñeca hinchable empieza a hacerle la competencia ¿Qué no?, bueno habría que preguntarle a Yang, un anciano de Shanghai. Este hombre llevaba una vida apacible con su mujer y su hijo en el casco antiguo de la ciudad, pero ésta cambió después de quedarse viudo y de que su hijo dejase el domicilio paterno. El viejo Yang estaba tan solo, en todos los sentidos, que decidió comprarse una muñeca hinchable para que le hiciese compañía.
Sin embargo la tranquilidad le duró poco. Los cotillas de sus vecinos, al enterarse de con quien compartía casa, empezaron a criticarle, primero en susurros y corrillos, que deben ser como los de aquí pero en chino, y después abiertamente. Los reproches que recibía el bueno de Yang se hicieron más hirientes cuando el hombre consultó las opiniones que, en relación con el tema de ser el orgulloso dueño de una de estas muñecas, se hacían en Internet.
La situación le deprimió de tal manera que decidió suicidarse saltando desde la ventana de su sexto piso. Dicho y hecho: sin pensarlo mucho, se dejó caer al vacío abrazado a su ’amada’. Esto fue lo que le salvo el pellejo: el viejo se estampó contra el suelo y la muñeca amortiguó un golpe que tendría que haber sido mortal. Yang sólo perdió la consciencia durante unos minutos (los dientes se los habían sacado los años) y, tras ser asistido por las emergencias, fue ingresado en un hospital donde los médicos sólo apreciaron heridas leves de las que se recuperó sin problema. Eso sí, su compañera ya no pudo volver a coger aire.