Una de las últimas encuestas realizadas en EEUU sobre la posibilidad de cambiar las leyes y prohibir la posesión de armas de fuego a los ciudadanos que no sean policías o que tengan una autorización especial no deja muchas dudas. En 2011, el 73% de los estadounidenses se declaraba en contra de que la población civil no pueda comprar armas.
Y es que, una vez, una matanza como la vivida ayer en el estado de Connecticut, donde murieron 27 personas, entre ellas 20 niños en un colegio ubicado en la ciudad de Newtown, está reabriendo el debate sobre la facilidad con la que un ciudadano estadounidense puede adquirir un arma.
En concreto, en el estado donde se vivió la masacre no exige ningún tipo de permiso oficial para comprar rifles o pistolas, y sólo requiere que el poseedor sea mayor de 21 años y, claro, tener dinero para adquirirlos.
Las leyes estatales tampoco piden un permiso especial para comprar rifles o escopetas, aunque sí para adquirir pistolas, y, como en muchos otros estados, no existe un registro completo de las armas que poseen los civiles.
La Segunda Enmienda de la Constitución de EEUU consagra el derecho de sus ciudadanos a la tenencia de armas, y el Tribunal Supremo siempre ha fallado a favor frente a los intentos de algunos estados y localidades por limitarlo.
Actualmente, EEUU es el primer país del mundo con más civiles que poseen armas, con entre 270 y 300 millones de ellas en manos privadas. Desde Naciones Unidas aseguran que esa cifra supera con creces los 300 millones.
El propio presidente de EEUU, Barak Obama, que con lágrimas en los ojos condenaba ayer este horror de la escuela de Newton y anunciaba “medidas significativas” al respecto, en cambio, no se atrevió con este debate hasta en 2008.
Fue unos meses antes de ganar su primera Casa Blanca cuando no sólo prometió que “no voy a quitarles las armas”, sino que además firmó una ley ampliando el derecho a su posesión.