Según desvela este martes el diario italiano ‘Il Sole 24’, hace tres meses el Papa fue ingresado en la clínica Pío XI, del Vaticano, para colocarle un nuevo marcapasos en sustitución del que le había sido implantado en 2002.’Il Sole’ informa de que la intervención fue realizada, con absoluta discreción, por el cirujano Luigi Chiareiello, catedrático de Medicina de la Universidad Romana de Tor Vergata y que Benedicto XVI se recuperó rápidamente por lo cual mantuvo su agenda de reuniones y los actos públicos.
La mala salud del Papa, aunque no era un tema que trascendiese, tampoco era un secreto, aunque ahora, después de que anunciase su renuncia, se ha sabido que padece arritmias crónicas, es hipertenso, tiene dificultades para moverse, como quedó patente, primero, cuando tuvo que usar habitualmente bastón y más adelante, tras recuperar la plataforma con rudas que usó en su día Juan Pablo II. Además de ello, está prácticamente ciego del ojo derecho, algo que le causa problemas a la hora de subir escaleras o sentarse, ya que ha limitado su perspectiva y aumenta el riesgo de caída, algo que ya le ha pasado, concretamente en julio de 2009, cuando se rompió una muñeca.
A estos datos se suma el testimonio de su hermano, el mismo día que fue elegido Papa, entonces, Georg Ratzinger declaró al canal alemán: “estoy muy asustado. Creía que su avanzada edad y su salud, que no es tan estable, serían una razón suficiente para que los cardenales buscaran a otra persona”.