El Telediario ha vuelto, por fin, a la senda del rigor periodístico y de la verdad. En su segunda edición ha informado con toda crudeza de lo que hay que hacer – si no tienes 25 años, una ingeniería, fluidez hablando dos idiomas, un par de masters y estás dispuesto a irte a Alemania –para conseguir un trabajo en este país: rezar.
Así es. Nada de I+D+i, nanotecnología ni de emprender, a no ser emprender el camino de vuelta al olor sepia, el tufazo a pies, la cabra y el organillo y a ese olorcillo a tocino rancio tan patrio. Lo que hay que hacer es hincar las rodillas y blandir rosario, ¿o vas a saber tú más que todo el cardenalato y la gente de ‘buena familia’ que se sienta en el Consejo de Ministros? ¿Vas a saber tú más como está la cosa que la ministra de Empleo que, con los datos en la mano anda pidiendo a la Virgen que eche una mano?
“Cada vez hay más católicos que compran velas para encomendarse a los santos y por eso las cererías son uno de los negocios que resisten y muy bien a la crisis. Y es que según los psicólogos, acercarse a un altar puede ayudar a calmar la ansiedad por la falta de trabajo o por el temor a perderlo”. Así daba paso la ‘periodista’ Marta Jaumandreu, a unas imágenes que ilustraban esta trabajada información, contrastada y resultado de una investigación exhaustiva.
En ellas, varios fieles hacen peticiones a San Expedito, el santo de las causas urgentes, mientras una voz en off – más tirando a cura severo o a comentarista del NO-DO, que a la de la zarza ardiendo que le habló a Moisés – explica que, debido a las pertinaces circunstancias económicas ha sido rebautizado en una parroquia de Barcelona como el santo de la crisis. La voz, la de los años de la España de los asesinos entrando bajo palio en las iglesias, de los sacerdotes de sotana y chocolate con churros, de la ‘secreta’ del ‘todo por la patria’ y de ‘Marcelino pan y vino’, alaba los beneficios del rezo que, según los psicólogos, tiene un efecto balsámico, como los caramelos de menta, la sopa de la abuela o el tocarse en soledad.
Es ahí donde entra la ciencia, la infusa y la de un psicólogo – que puede que sea argentino, que dan más caché – quien deja claro que eso de rezar no es un acto desesperado “porque la ceremonia de poner una vela, hincar la rodilla o hacer una plegaria tiene un efecto retroactivo”. Y luego nos vienen con la soplapollez de la ‘Marca España’, hay que tener huevos.