Más de un millar de personas ha fallecido este mes de mayo en Irak en lo que supone a todos los efectos el incremento más acusado de la violencia en el país desde la guerra sectaria de 2006-2007, según informó este sábado Naciones Unidas.
Desde el pasado mes de abril, Al Qaeda y la insurgencia suní afín a la red terrorista internacional han iniciado una escalada de atentados que han acabado con la vida de casi 2.000 personas y han llevado al país al borde de repetir el escenario del conflicto civil que dejó decenas de miles de muertos hace cinco años.
El enviado de la ONU, Martin Kobler, en la capital iraquí, Bagdad ha declarado, “los líderes políticos iraquíes deben actuar inmediatamente para acabar con este intolerable derramamiento de sangre”, ha añadido. Según las cifras elaboradas por Naciones Unidas, la mayoría de las 1.045 personas fallecidas en mayo eran civiles.
La violencia ha ido acompañada del descontento entre los líderes chiíes, entre ellos el primer ministro Nuri Al Maliki, y la minoría suní que desde hace meses protesta contra la marginación de la que, según ellos, están siendo objeto, animados por la revuelta suní en Siria.
La rama del grupo terrorista Al Qaeda en el país, el Estado Islámico de Irak, y otros grupos armados suníes están recuperando el terreno que perdieron durante las luchas contra el Ejército de Estados Unidos, que se retiró de Irak en diciembre de 2011 tras casi una década sobre el territorio.