La ‘zarpa’ de las medidas de la ‘troika’, ese compendio formado por el Fondo Monetario Internacional – una organización que ni supo prever la llegada de la crisis y luego, tras hacer un análisis erróneo ha propuesto medidas equivocadas que nunca han llegado a funcionar en ningún lugar – la Comisión Europea – dirigida por un grupo de personas a las que nadie conoce que no se sabe para qué sirven, cuáles son sus competencias o qué hacen, como su presidente, Durao Barroso o, más cerca, su vicepresidente, Joaquín Almunia – y el Banco Central Europeo – que no ha acometido una sola acción que haya dado resultados tangibles – se ha dejado notar en Chipre.
Tras la imposición de sus recetas al gobierno de aquel país, la tasa de paro ha pasado del 12,7 al 15,9%, lo que supone que casi 71.000 del millón de chipriotas están sin trabajo. El desempleo juvenil se ha incrementado en un 5%, en los últimos meses y 11 puntos en términos interanuales, alcanzando el 37,5.
Hay que recordar que Chipre recibió 10.000 millones de euros de rescate, eso sí, a cambio de aplicar estrictas restricciones en el flujo de capitales, aún en vigor pese a las peticiones del Gobierno chipriota para levantarlas. Además de ello, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo se han negado a suavizar también las condiciones del mismo, después de que el presidente chipriota, Nikos Anastasiades, enviara una carta en la que reclama, a la vista de las consecuencias de las mismas, la relajación de los recortes y las reformas exigidas por Bruselas.